Decidimos hacer base en la ciudad de Friburgo porque habíamos visto que desde allí podíamos ir cada día a conocer los diferentes pueblitos de la Selva Negra con las niñas cómodamente, pero además ésta ciudad nos sorprendió gratamente. Friburgo nos tenía preparada una simpática y refrescante sorpresa y que tengo que reconocer, descubrimos de casualidad. ¿Adivinas cual?.
Antes de llegar a Alemania con las niñas, me había informado bastante sobre los pueblitos de la Selva Negra a los que íbamos a ir, pero sobre Friburgo no había mirado demasiado, ya que en realidad habíamos decidido ir a la ciudad porque era nuestro campamento base, así que descubrirla fue una gran sorpresa, y las postales de las tienditas de souvenirs nos ayudaron bastante para la ocasión.
Justo en el centro de la ciudad, lo primero que te encontrarás será la puerta mas famosa y antigua de la ciudad; la puerta de Martín, y aunque justo en la foto no aparecen, los tranvías están cada segundo pasando por todas partes, ¿ves los railes y los cables?, atentos al rin rin.
De repente una postal con patitos flotando en un riachuelo me llamaron bastante la atención, y enseguida descubrimos que en la parte antigua de la ciudad, éstos merodeadaban por allí, y cuando vimos a la gente sentada al borde de uno de ellos remojando los pies, no nos lo pensamos ni un segundo ¿Niñas queréis mojaros los piececitos? vaya pregunta, faltó un segundo para que se quitaran a todo correr los zapatos jeje
Una de las cosas de viajar con niños, es que te unes a ellos en situaciones que quizás si hubiéramos ido sin ellos nunca hubieras experimentado, así que en esta ocasión no iba a ser menos, y con muy poco esfuerzo me quité las botas y me uní a ellas y por cierto ¡Qué fresquita estaba el agua!.
Antiguamente estos riachuelos fueron pensados para abastecer de agua a la ciudad, pero hoy en día estos canales proporcionan a la ciudad un toque simpático, agradable y para mi punto de vista novedoso ya que nunca había visto esto en ninguna ciudad. Un toque diferente que hace de Friburgo famoso junto con todo lo demás.
¿Y qué es todo lo demás? una vez refrescados los piés nos pusimos de nuevo rumbo a descubrir la ciudad con los niños y gracias a otra postal nos enteramos de mas cosas; dos famosas puertas, o torres, unos preciosos almacenes, el bonito y nuevo ayuntamiento junto a la enorme catedral y de nuevo unos canales, esta vez mucho mas grandes, aguardando bonitas callejuelas, algunas recordándome bastante a Holanda. ¿sería por las bicis?
En realidad aunque la ciudad es bastante grande, como suele ser habitual, lo mas bonito está concentrado en la parte antigua o casco histórico, así que no tardas mucho en recorrerla para conocer sus rincones, eso sí, no te puedes perder ninguno, así que tómate tu tiempo, sin prisas, tómate algo en una de sus muchas y típicas terrazas y disfruta de la ciudad con tus hijos tranquilamente, corretea por sus adoquinadas plazas y sus estrechas callejuelas ¡Te encantarán!.
Esta parte de la ciudad se torna tranquila y relajada, y tras el pequeño spa en los pies, estamos descansadas y decididas a seguir andando por estos bonitos caminos que nos anuncian unos días increíbles por la misteriosa Selva Negra.
¿ Bonito verdad? Friburgo nos sorprendió y nos dio muchas pistas de lo que sería un viaje de 3 días por tierras germanas, pero antes no podíamos irnos de allí sin comprar unos barquitos a las niñas para jugar en los riachuelos. Nuestro camino a la Selva Negra en familia empezaba con muy buen pie.
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