El destino quiso que Amélie Poulain naciera en París, y nos hiciera vivir gracias a su visión de la vida, unas entrañables aventuras en lugares de esta ciudad con un encanto muy especial. Así que aprovechar mi viaje Sola a París, fue la excusa perfecta para poder recorrerlos uno a uno, sin mayor distracción que vivir un sueño.
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Ruta de Amelie en París
Y aunque sus aventuras giraban alrededor de un mundo imaginario creado por ella, los lugares donde sucedían dichas aventuras eran tan reales como la vida misma.
Rincones parisinos con encanto
Y algunos de los rincones con encanto que he tenido oportunidad de descubrir, y que aparecían en las escenas de esta entrañable película francesa son éstos que te menciono a continuación:
- El pequeño piso de Amelie Poulain en Montmartre (encontrarás la fachada en el nº56 de la calle Trois Frères)
- la frutería del antipático Sr. Collignon (Calle Trois Fréres esquina con Androuet)
- la cafetería donde trabajaba Amelie y que se llama Café des Deux Moulins, está en el nº 25 de la Rue Lepic, muy cerca del Moulin Rouge. En la cafetería podrás pedirte entre otras muchas cosas, una sabrosa crème brûlée e imaginarte que estás allí sentada junto a todos los protagonistas.
- La plaza Saint Pierre coronado por su precioso carrusel y donde transcurre una escena de la peli muy simpática, y en la cima, la Basílica de Sacre Coeur junto al barrio de los pintores o Place de Tertre.
- 2 de las paradas de metro más bonitas de París, una es la de Lamarck-Coulaincourt donde se grabó una de las escenas que más me gustan, ¿recuerdas cuando Amelie le relata a un hombre ciego todo lo que sucede alrededor de él durante el tiempo que dura su paseo hacia el metro?, ¡me encanta esa escena!, de hecho, fue la culpable de que quisiera realizar justo allí, la reserva de mi hotel. Otra de las paradas de metro más bonitas de todo París, la de Abbeses muy cerca del famoso Le Mur des Je t’aime o Muro del Amor.
- Y para finalizar, uno de los lugares que he podido descubrir por primera vez en mis viajes a París, el romántico Canal de Saint Martin donde Amelie hacía rebotar las piedras.
Canal de Saint Martin, un encanto especial
Y este lugar, tuvo para mi, un encanto especial. Era la primera vez que tenía oportunidad de visitarlo y poder dedicarle tranquilamente unas cuantas horas.
En armonía conmigo misma
Y no es que hiciera allí “nada del otro mundo”, simplemente dar un pequeño paseo y dedicar un tiempo a pensar, y estar en total armonía conmigo misma. En aquel momento, todo a mi alrededor era perfecto, faltaba muy poco para terminar mi gran aventura, pero estaba feliz porque había cumplido un sueño.
Los placeres de la vida
Y esta preciosa película me recuerda, lo importante que es cultivar el gusto por los pequeños placeres de la vida como hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la crème brûlée con la cucharilla o hacer rebotar las piedras en el bonito Canal de Saint Martin.
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